19/6/10

Siempre hablé de fútbol III


No quiero tu vuvuzela

Desde aquí mi solidaridad con Don Antimundial. Supongo que no se esperaban esto. Sinceramente, no estoy de acuerdo con todo lo que escribe “el patadura o amargado” como algunos lo llaman. Por momentos me da un poquito de lástima que se ataque la voz de aquel insignificante porcentaje de argentinos no adictos al fútbol. Deportistas frustrados o no, les guste el balónpie o no, la pelota se mueve durante un mes y ¡sin parar! Todo, absolutamente cualquier aspecto de nuestras vidas, se tiene que relacionar indeclinablemente con el fuchibol. Y lo digo por experiencia. Resulta que en estos días me agarré una gripe terrible que me dejo en cama, tirado, agonizando, con mi pecho frío. Pensé: ¿será la peste emocional de la que nos habló el Antimundial? ¿O acaso es el efecto de la tan desafinada presentación, el día antes de la inauguración, de Los Black Eyed Peas? No. Era solo gripe. Lo que más me sorprendió es que mis compañeros de trabajo se comunicaron conmigo no para preguntarme si mi salud mejoraba o si no era ningún virus extraño el que me poseía. Nada de eso. Pueden creer que me mandaban mensajes de texto para preguntarme cómo iban los resultados de cada partido. Ni siquiera de los más importantes, ¡de todos los encuentros del día! Cada 15 minutos me llegaban sms con: “¿y?...cómo van”, “¿siguen 0 a 0?”, “¿quién metió el gol?”, y un interminable etc. Como podrán imaginar me quedé sin crédito. Siempre hay algo bueno y malo en esta vida. En esta ocasión, lo bueno fue que pude ver todos los partidos. Lo malo es que comencé a odiar en cada segundo que transcurría, cada vez más, a las tan fastidiosas y hoy famosas ¡vuvuzelas! Sí, esas trompetas alargadas que imitan al barritar de un elefante o al zumbido de una abeja, me tienen loco y re podrido. Y creo que en esto estamos todos de acuerdo y acá no hay fanático que aguante. Me podrán decir que no es para tanto y que ya me tendría que haber acostumbrado. Pero no. Incluso existen explicaciones científicas al respecto, que la frecuencia en hercios que producen, que los decibeles y otras tantas especificaciones más. Igual, no las tolero. Pero el colmo fue que en el día inaugural los sudafricanos hicieron una competencia de vuvuzelas ¡increíble! Y encima ahora la mayoría de los chicos, y no tan chicos, tienen o quieren una. Esta si que es una peste mundialista, así que Don Antimundial hoy mi apoyo incondicional para usted.


Nota: columna publicada en el suplemento DXT 10 Suplemento Mundial 2010, en El Diario de la República, San Luis, Argentina.  

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