2/7/10

Siempre hablé de fútbol V

De la serie Siempré hablé de fútbol,  la peor:

ADICCIÓN MUNDIALISTA

Sin quererlo, sin darme cuenta, me he vuelto un adicto al fútbol. Sé que suena raro. Mucho más de una persona que no se emocionaba demasiado al observar a 22 personas muy bien pagas corriendo detrás de un balón. Pero la verdad es que me encariñé tanto con este deporte que necesito ver un partido urgente, no análisis de jugadas o repeticiones de goles ¡necesito fútbol en vivo y en directo! Necesito las odiosas pero adictivas vuvuzelas en vivo. Ya no quiero ver las entrevistas a los jugadores de la selección, las polémicas de los alemanes, los entrenamientos, nada de eso. Quiero fútbol y además ver la cara cuadro por cuadro de cualquier jugador, tan pero tan en cámara lenta como si estuvieran siendo atravesados por un hacha a la altura de la cintura, al mejor estilo de una película de terror. Esas cámaras de los sudafricanos son de lujo, pero si me hicieran lo que hacen reaccionaría como Heinzei. Han sido 19 días sin interrupciones en los que cada partido se transformó en una necesidad primaria para mí ser, tan vital como el aire. Creo que es por ello que en estos días sin fútbol las horas laborales se me han hecho interminables. La rutina volvió, la gente retomó su trabajo, el estudio y los quehaceres cotidianos. El viernes comenzaron los cuartos de final pero resulta que después de ello nuevamente estaremos un par de días más esperando las semifinales y creo que eso me va a jugar en contra. Porque voy a estar nuevamente en ese fastidioso estado de abstinencia. Como cuando uno deja de fumar porque esta enfermo o cuando no se puede comer un buen asado con vino por razones hepáticas. Espero ser claro, mi entusiasmo es tal que ya esta por las nubes. Hasta me animo a afirmar que ahora entiendo a todos los que elevan al Diego al estado de D10S. Y al comprender y poseer ese sentimiento la vida me sonríe, soy feliz junto a cada maradoniano. Es muy probable que cuando lean esta columna ya estemos en semifinales y a un pasito de ser campeones. Pero sino es así el efecto será catastrófico. Todo el territorio argentino estará de luto, triste, volviendo a la realidad más cruel. Y a eso hay que sumarle que la promesa de Luli ya no será válida. Por eso ahora también le pongo un par de fichas a Paraguay y su paraguaya Larissa Riquelme. Como para que la copa esté cerca vio. 


Nota: columna publicada en el suplemento DXT 10 Suplemento Mundial 2010, en El Diario de la República, San Luis, Argentina. (posiblemente)

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