6/7/10

A la tarde tenía un partido


A las 9 en punto de la mañana sonó el despertador a través de su celular. Se vistió y corrió las cortinas para ver cómo había amanecido. Era un día bastante despejado, no hacía demasiado frío y el sol mostraba sus rayos radiantes. Fue hasta la despensa del barrio y pidió medio kilo de pan, estaba cerca de llegar el fin del mes y no podía darse el placer de unas medialunas. Volvió hasta el departamento en el que alquila, puso el agua para los mates y fue hasta el dormitorio a despertar a su pareja. Encendió la TV y comenzó a cebar el primero. El tiempo pasaba y los mates también. A cada segundo las sensaciones aumentaban. Ambos se irritaban de a poco. Una secuencia sintetizada podría ser la siguiente: ilusión, gloria, agonía, sufrimiento, dolor, tristeza, desilusión, todo en ese orden. Una mesa rota de tanto golpearla. La garganta destruida de tantos gritos. Entra, entra, entra… y nunca entraba, es más, nunca entró. Ya todo estaba dicho, escrito, determinado. El sonido final sentenció una frustrada mañana, la peor luego de 19 días. Las lágrimas contenidas. Salió a la calle con la cara agonizante, la verdadera cara de un sufrido. El cielo ya estaba gris, evidentemente se había nublado. Caminó sin sentido. Pensó qué pasó, qué hicieron mal. Caminó un par de cuadras y fue a almorzar con sus familiares. Argentina quedó afuera de Mundial 2010 y él, en una cancha de tierra, tenía un partido de fútbol un par de horas más tarde.

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