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Mr. Sopen decidió veranear unos días por la costa Argentina... va de nuevo: A Mr. Sopen No le quedó otra opción que viajar hacia la costa Argentina. Sin pensarlo, se vio envuelto en arenas y olas en Pehuen Co, que nada tiene que ver con el idioma Mapuche. Absolutamente nada que ver. De verdad lo digo.
Fue un viaje de ida, corrían los 29 días del mes de diciembre de 2010. Algo reciente en la historia. Un fin de año para el recuerdo, con luchas en aguas del mar. Luchas eternas e inconcebibles para los que están sentados todo el día conectados a una red social y ven el sol por la ventana, en el mejor de los casos. Y por estar sentados frente al ordenador seguramente tienen la suerte de que nunca les pase la historia un tanto exagerada que voy a contarles.
Era su tercer día de playa, pileta, mar, arena, desconexión con el mundo rutinario. Transfusión de estadías propias de la clase media burguesa del país, que ni se acercan a su vida cotidiana. Mas bien dejando de lado los prejuicios de clase, como siempre suele hacer Mr. Sopen, perennemente disfruta de los placeres que no salen de su bolsillo de trabajador mal remunerado. Como todos deberíamos hacer, él lo tomó como una conquista a los que detentan el poder. En fin, una resaca revolucionaria podría afirmar cualquier intelectual atento, pero éste no existe.
A pesar de todo y mientras tanto, Sopen nadaba tranquilamente por las aguas revoltosas y cálidas de aquel sector costero de Punta Alta, para ser precisos. Era una de las formas que él entendía como deporte, nadar alrededor de 5 minutos para luego sentarse a esperar alguna cerveza por la tarde, encender su octavo cigarrillo y leer un libro arrebatado de la biblioteca de un amigo. Sin previo aviso, mientras le pegaba al mar con sus brazos y piernas, sintió una descarga de alrededor de 220 volts, como alguna vez le sucedió mientras trataba de armar un tablero eléctrico cuando iba a una escuela técnica. No hizo más que nadar hasta la playa y salir del mar, fue tal vez el más logrado instinto de supervivencia que haya atravesado su existir. Acababa de luchar contra un banco de aguas vivas y salió ileso para contarlo.
Según informó el matutino de aquella ciudad, era la primera vez en la historia que una persona, incluso no instruida en ningún deporte acuático y sobremanera eso era lo que más sorprendía a todo el mundo, había salido ilesa al enfrentarse con tantas aguas vivas a la vez. Según proclamó Sopen al diario, eran alrededor de ocho aguas vivas, aunque sus allegados refutan esos datos afirmando que era sólo una. Según estudios científicos de la Universidad de Pehuen Co, es posible que varias medusas rocen a una misma persona, también está comprobado que es el humano el que se las lleva por delante y éstas sólo se defienden segregando una sustancia irritante. Con estos datos a la vista, es muy probable que Mr. Sopen haya luchado con ocho medusas, incluso con varias decenas más.
Mito, realidad o relato facebookeano, “lo cierto”, aclaraba el periódico, cual frase dogmática aprehendida en las escuelas de periodistas, es que el descuidado turista-bañista tuvo que beber durante toda la noche del 31 de diciembre del año 2010 para poder sobrepasar un mediodía caótico en aquellas aguas desconocidas, al menos para él. Mr. Sopen, comenzó un 2011 casi ebrio…casi.