La resaca de anoche no fue tal como para desarmar los espejismos de una noche cualquiera y en cualquier lugar.
Odio esas sonrisas, de felicidad superficial.
Fotos de familia.
Amigos superfluos, sonriendo hacia una cámara.
Nada de natural o espontáneo.
Falsedad maximizada.
Una nueva vertiente de facilismo social, por donde sea.
Felicidad, felicidad.
Consumo, consumo.
Estereotipos. No alcanzan las palabras.
"Aquí estoy con tal...aquí fuimos a..."
Basura de televisión.
Reconstruir nuevas posibilidades para relacionarnos.
Mirar hacia otro lado, darle la espalda a la tradición!
De verdad, odio tu sonrisa.
Porque no es la de la libertad, porque no es una sonrisa cualquiera que desahoga y libera los temores más ocultos de nuestro sentir.
Es ajena a todo tiempo y destino.
No tiene objetivo ni finalidad (¿tendría que tenerlo?)
Y trato de reconvertirme en otra cosa, que sea lo que sea, pero diferente.
Por eso, abrazo la sonrisa rebelde, porque debe serlo; irónica, sincera, fatal, sensual, divertida, directa.
Por eso corro, no por praderas verdes, sino por bardas desérticas y despoblados lejanos.
(Escritura espontánea a partir de algunas fotos de gente civilizada)
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